Hace tanto que en México utilizamos expresiones que nunca investigamos de dónde vienen pero las decimos diariamente. Es momento que sepas su origen y no sigas sin conocer.
“Andar hecho la mocha”
Situémonos en los tiempos en que los ferrocarriles acababan de llegar a México. Las locomotoras eran enormes e imponentes, pero quien diga que el tamaño no importa está muy equivocado. Su peso era su talón de Aquiles, pues las volvía lentas y poco prácticas para ciertas labores. Poco tiempo después llegaron locomotoras más pequeñas, destinadas a cumplir labores locales dentro de las estaciones. No tenían las filas enormes de vagones como las otras, por lo que eran mucho más rápidas. Estas locomotoras “mochas” dieron origen a la frase “ir hecho la mocha”, o sea, ir de prisa.
"¡École cua!"
"Eres un culero"
Sabes que eres barrio y retro cuando en lugar de decir “¡exacto!” dices “¡école cua!”. A pensar de que esta expresión suena bastante ñera, tiene un origen culto. Esta interjección que denota que hemos dado en el clavo tiene origen italiano, y es la mexicanización de la expresión “eccolo qua”, que podría ser traducido como “aquí está”. Lo que significa que al fin encontramos la solución a un problema gordo, expresando sorpresa y beneplácito.
La palabra “culero” tiene diferentes significados dependiendo de la latitud geográfica. Mientras en España es un adjetivo que se le da a los huevones que dejan todo al último, en México lo utilizamos para designar a una persona mal intencionada. Ser culero es ser malo como carne de puerco con cisticercos. ¿Pero de dónde viene la palabra? En Cuba, culero es un sinónimo de pañal. O sea, lo que se le pone al bebé en el culo. Al adoptar el término en México lo hicimos en el sentido más literal: un culero es una persona llena de mier...coles. Ahora todo tiene sentido.
"Darle vuelo a la hilacha"
"Dar gato por liebre"
Escrito por: Anahi Pérez Morales
Esta frase la usaban nuestras abuelas para decir que alguien andaba en malos pasos. La palabra “hilacha” literalmente significa “pedazo de hilo que se desprende de la tela”. La RAE también lo señala como “residuo o vestigio”. Así, darle vuelo a la hilacha significa cometer actos que terminarán por destruir o desgastar el tejido sin medir las consecuencias. Un equivalente más actual sería “irse como hilo de media”. O dejarse ir como chivo en cristalería. O como gorda en tobogán. No si para frases, los mexicanos somos finos.
"Dar gato por liebre"
Aunque Tepito se pinte solo para la piratería, este fenómeno no nació en el Barrio Bravo ni es exclusivo de nuestros tiempos. La frase “dar gato por liebre” es una referencia constante en las obras literarias del Siglo de Oro en España, siendo Quevedo uno de los autores que más la usaban. Esta frase se empleaba porque en las hospederías o mesones, con tal de ahorrarse un dinerito, a veces se usaba carne de dudosa procedencia, llegando a reemplazar el conejo o el cabrito por carne de gato.
Para tranquilizar a sus comensales, los dueños de los establecimientos recitaban en la mesa el siguiente conjuro: “si eres cabrito, mantente frito; si eres gato, salta al plato”. Y como la carne nunca saltaba, se daba por sentado que no era carne de gato. ¿Cómo la ven desde ahí?
"¡Aquí hay gato encerrado!"
Ya que andamos gatunos, la frase “aquí hay gato encerrado” tiene un origen curioso. Aunque nos imaginemos a un simpático felino siendo víctima de encierro, la palabra “gato” en ese dicho se refiere a un bolso donde se guarda dinero, el clásico costalito de monedas que vemos en las películas que retratan la Edad Media. Cuando la gente quería viajar con un dinerito sin ser asaltados en los caminos, cosían estos bolsitos con dinero en alguna parte oculta de la ropa. Cuando este bolso secreto era descubierto se decía “aquí hay gato encerrado" y el pobre dueño era despelucado de sus moneditas.
Poner los puntos sobre las íes"
Cuando nos queremos poner minuciosos e insistimos en que algo debe quedar claro y sin lugar a dudas, decimos “hay que poner los puntos sobre las íes”. Esta frase data del siglo XVI, cuando aún se usaban caracteres góticos para la escritura de la lengua española. En aquellos tiempos, la letra “i” aún no contaba con el punto que hoy lleva y cuando se escribían dos “i” seguidas, era muy fácil que se confundiera con la letra “u”. Para que esa confusión no existiera, se ponía una tilde o “virgulilla” sobre las letras i. Con el tiempo, esa tilde se convirtió en un simple y llano punto. Por eso, para que nadie salga con que a Chuchita la bolsearon, siempre es bueno poner los puntos sobre las íes y así evitarnos confusiones.
Escrito por: Anahi Pérez Morales
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